viernes, 3 de junio de 2016

Silencio.

No me pidas que me limite a verte como alguien más sabiendo que mi corazón se ató una cuerda al cuello al escuchar tu negativa no pronunciada.
Me da a mí que no sabes el daño que puede hacer una pausa y la ambigüedad de respuesta que puede implicar. Lo mismo consigues una recíproca intimidad que destrozas una vida ante la duda.
Y es que a mí las palabras no me encuentran por no querer definirme. Porque hacerlo te limita a eso, a ser palabras. Y yo solo me delimitaría si fuera a tu lado, pero tú ni me encuentras ni me tienes en cuenta.


Silencio.

Impresionante cómo tan poco ruido va a conseguir que estalle por dentro.
Y esta vez no vas a ser tú quien lo logre. Porque no estarás. Ni fuera ni dentro. No habrá donde estar. Ya no seré nada.
Bueno, seré silencio.