domingo, 22 de mayo de 2016



Dame un suspiro, en el sentido travieso de la palabra, y yo te daré mil ratos a la luz de la luna llena y al son de nuestros corazones acelerados.

Devuélveme mi aroma, que el tuyo ya lo llevo adherido a mi piel, recordándome a quién le cedo mi tiempo.

Quiéreme sin prisas pero sin pausas, que la prisa es traicionera y la pausa una condena.

Piénsame a ratos —o siempre—, pero cuando creas que caes, grita mi nombre en silencio que estaré ahí, manteniéndote a salvo. O tal vez creemos un caos, pero será juntos.

Llévame al mar y hazte presente a mi lado. Disfrutemos el momento de mayor intimidad entre dos sonidos: el de nuestros cuerpos rompiendo(se) en las suaves olas.

Acércate despacio. Hoy no hace noche de tener miedo.
Solo hemos de poner nuestras apuestas sobre la mesa, que tal vez esta partida la ganemos ambos.