domingo, 10 de enero de 2016

Doceava vez.

Pronuncias la palabra volver como si te resultara fácil.
Sabes que no, que ni yo soy capaz de irme lo suficientemente lejos como para olvidar, ni tú de acercarte despacio a acariciarme las heridas. Y mira que rozaste de cerca mi corazón -del pulso ni hablo porque todo el mundo entiende que te pertenece por completo-.
Si te vuelvo a ver, recuérdame que no tenga la valentía de mirarte a los ojos ni de pasearme por tu sonrisa, que una vez ya fue suficiente.
Mis sentidos están averiados desde que tu aroma decidió no abandonarme ni un instante y mi pensamiento se estrella con todas las esquinas de la barrera imaginaria que le encierra.
Y es que lo que se rompe dos veces por el mismo sitio difícilmente se arregla. Y tú me has roto a mí no solo una, sino a cada rato que me respirabas de cerca.
No lo consigo, y dudo si lo haré, pero mientras lo intento por doceava vez, decidiré si es mejor tapar los desperfectos para autoengañarme o rendirme una vez más a tus jodidos encantos.


sábado, 9 de enero de 2016

¿Confías en otra persona? ¿Hasta el punto de abrirle las heridas que más vulnerable te hacen y tus dolores más ocultos?

#ReflexiónDiaria.

sábado, 2 de enero de 2016

No hay más.

No hay más que tú;
que tú cuando sonríes y cuando te enfadas,
que tú cuando te me enfrentas,
que tú cuando me acaricias suave y a oscuras,
que tú cuando murmuras,
que tú cuando saltas y bailas, cuando te contienes,
que tú cuando callas,
que tú cuando me miras directamente a los ojos,
que tú cuando sientes,
que tú cuando piensas si corresponde.
Claro que lo hace.
Acércate, que hoy no hay más que tú.