martes, 30 de diciembre de 2014

Ya no.

Ya no me importa tu nombre,
ni me molesta tu olor;
ya no añoro tus abrazos,
ni tus risas, ni tu amor.

Ya no sé ni quién eres,
se me olvidó decirte, 
pues te fuiste de mi mente
al momento en que partiste
y dejamos de ser uno 
para volver a estar tristes.

Tú te apartas a un lado
y te alejas poco a poco,
yo sólo quiero que te acerques
y verme reflejada en tus ojos.


365 días

Un año. Trescientos sesenta y cinco días. Muchísimas horas y más minutos aún.
Ese es todo el tiempo que he usado en el 2014. Es el tiempo que he pasado riendo, llorando, el tiempo que he malgastado en tonterías y el que he sabido aprovechar. 
He echado de menos a mucha gente, y por qué no, también de más.
He querido y dejado de querer. He aprendido a ayudar y a ser egoísta cuando la situación lo requería. A pensar en los demás y a ayudar siempre que pudiera.
He odiado y he dejado de hablar comprendiendo que un silencio decía más cosas que una conversación a medias...
He hecho nuevos amigos, algunos de ellos muy importantes. Me he sorprendido en muchas, muchísimas ocasiones. Y me alegro como nadie de haberlo hecho.
He descubierto que la confianza no es tiempo. Es comprensión y escucha. Y sobretodo que depende de la persona. Se podría decir que he aprendido a confiar y a que confíen en mí.
He podido disfrutar de situaciones raras, impensables, extraordinarias.
He aprendido que no todo el mundo es igual y que no toda la gente muestra lo que de verdad es.
He aprendido que vale más conservar un amigo que destruir una relación por una tontería. 
He descubierto que hay gente muy igual a mí. Y gente muy distinta con la que me puedo entender.
He aprendido que hay cosas que merecen la pena y gente que la merece aún más. Gente que verdaderamente merece la pena por encima del resto.
He aprendido a valorar. Intento dar prioridad a lo que la tiene y ser justa.
He intentado mostrar más. Decir lo que sentía y ser sincera conmigo misma. Eso es importante.
He dudado y lo seguiré haciendo, pero ahora puedo decir que sé que dudar no es malo.
He aprendido que los pequeños detalles ganan a los grandes, y que vivir día a día es mejor que planear a grandes plazos.
He querido dar todo de mí aún sabiendo que recibiría mucho menos. Y no me ha importado.
He descubierto que la persona que mejores palabras usa no tiene por qué ser la más real. Que se puede mostrar mucho con muy poco. Que menos es más y que lo simple gana a lo complejo.
He comprendido que rayarse por tonterías no merece la pena pero aún me queda por aprender cómo no seguir haciéndolo. 
He averiguado que las vulnerabilidades son como pequeñas balas. Que desahogarse con la gente ayuda un montón y que contar tus miedos te hace más fuerte. Y lo mejor de todo es encontrar a personas con las que ser vulnerable y que no usen esos miedos en tu contra. 
He descubierto que al igual que te pueden romper, habrá alguien que te sepa curar. Y que no te dañe a la mínima.
He descubierto que lo que duele no es el impacto de la bala, sino quién te la lanza.
He descubierto que hay amistad que sobrepasa realidades. 
Y he descubierto que las mejores conversaciones se tienen a partir de las 2am.

He descubierto, aprendido, comprendido, averiguado, sentido, intentado y mostrado tantas cosas que.

Ay, lo que pueden dar de sí 365 días...
Creo que faltan palabras para describir tantas emociones vividas en ese plazo de tiempo. Mucho o poco tiempo, relativo según se mire.
Cómo cambian las relaciones, los sentimientos, cómo cambia lo que pensamos, cómo actuamos. Cambia lo que decimos y lo que dejamos de decir, cambia el cómo lo decimos.
Cambiamos.
Cambia lo que nos rodea.
Y es inevitable...

lunes, 27 de octubre de 2014

La mejor putada de todas.

Me sonríes e instantáneamente mi piel se eriza. Se erizan todos y cada uno de los poros de mi piel. Y me hablas y ellos te saludan. Mis poros parecen reconocer tu voz, al igual que lo hace mi mente y lo hago yo. No consigo disminuir las sensaciones que causas en mí, no consigo acostumbrarme a que estés cerca. No consigo quitar esta sonrisa tonta cuando estás a mi lado. Ni tampoco esta mirada de loca enamorada que se queda embobada observándote a cada paso que das. Ni tu perfecto olor anclado a toda mi ropa. No consigo alejarte de mí por más que lo intente. Tampoco quiero, la verdad.

Dicen que enamorarse es una putada. Puede ser pero, también es lo mejor que te puede pasar. Tu felicidad depende, en gran medida, de otra persona y cualquier cosa que haga, cualquier cosa que cause su felicidad causa también la tuya, cualquier mirada que os crucéis, un mínimo roce de su piel , cualquier caricia enredada en tu pelo, un tierno beso, cualquier palabra que te dedique, te hace un poquito más feliz. Un poco no, mucho más feliz. Y obviamente, ésto compensa en gran medida toda la putada que pueda ser enamorarse, ¿no crees?
Para mí, merece la pena. Y me gustaría que para todo el mundo fuera igual. Así que SONRÍE, por mucho que a veces cueste porque, nunca sabes quién puede enamorarse de esa sonrisa y llegar a todo lo demás, a toda esa magnífica felicidad que se puede alcanzar entre dos personas.

jueves, 16 de octubre de 2014

¿Y tú quién eres?

Una chica que sigue sin saber lo que quiere pero que intenta aclararse las ideas agarrándose a todo lo que puede. Que no tiene claro lo que hacer en un futuro pero sí lo que NO quiere hacer.

Una chica que quiere creer en el amor pero no sabe cómo hacerlo. Una chica dispuesta a dar y recibir cariño. Una chica pesimista consigo misma que ayuda a los demás a buscar lo bueno de las cosas. Una persona a la que le gusta ayudar a sus amigos y que la ayuden pero, no quiere admitir los problemas que pueda tener. Una persona que calla más que cuenta. Alguien enamorada de los animales que paradójicamente huye de los bichos. Alguien a quien le cuesta hablar de sentimientos porque para ello necesita mucha confianza. Alguien que sabe oír e intenta dar 'buenos' consejos, a pesar de no aplicárselos ella misma. Una chica con sensación de poca libertad. Una chica que no quiere admitir que le importa lo que la gente piense. Una chica de hacer muchas payasadas y a la vez madura, con coco, o eso dicen. Una chica que no alcanza la autoestima necesaria para gustarse a sí misma pero al menos lo intenta. Una persona que no tiene miedo a nada y a la vez tiene miedo de todo y de todos. Una chica a la que si le dan confianza abre el corazón al 120%. Una chica a la que le duelen las cosas demasiado porque es muy 'de piel'. Una chica con insomnio por las noches que se dedica a escribir sus primeros pensamientos sin importarle quien los pueda leer pero luego, en persona, a la cara, le da vergüenza todo. TODO.

Una don nadie para el mundo en general, pero una persona al fin y al cabo.


martes, 14 de octubre de 2014

8.

Entré con Carlos en la bolera. Estaba realmente picado con lo que le había dicho. En realidad, yo llevaba sin jugar a los bolos muchos años aunque recordaba que no se me daba tan mal. Pero claro, las habilidades cambian, sobretodo si no las mantienes en forma. Bah, daba igual si ganaba o perdía, lo único que quería era picarle un rato y ver la cara de tonto que se le quedaba. Era realmente divertido.

-¿Qué número te pido? - me dijo desde el mostrador. - Voy a alquilar los zapatos.
-¿Mejor grande que pequeño? - lo vi asentir. - Entonces un 39 - le sonreí.

Llegó con los dos pares de zapatos en la mano y me indicó la mesa que nos habían dado.

-¿Cuánto ha sido? - me referí claramente al dinero.
-Nada - me sonrió al ver mi cara de protesta.
-Dímelo, en serio. O vamos a medias o me voy y juegas solo - le amenacé.
-¿Ya te estás rindiendo? No sabía que iba a ser tan fácil ganarte...
-Conque con esas vamos... - nos reímos los dos por el claro pique te teníamos.
-Va, tú empiezas - dijo señalando al monitor al ver mi nombre.

Di un resoplido y me dirigí a coger una de las bolas. La escogí roja.

-Hostia, ¡cómo pesa! - le oí reír detrás mía. - Eh, tú no te rías - le apunté con el dedo.
-Coge una que pese menos, creo que son las azules celeste.

Le hice caso y cogí una celeste. Mucho mejor, no pesaba ni la mitad que la roja. Me acerqué a la pista e hice el movimiento típico del lanzamiento. Vaya. Demasiado ladeada. Solo había tirado tres bolos situados a la derecha.

-Mmmm - murmuró. - ¿Te ayudo?
-No gracias. - me negué - Es porque ha sido la primera bola. Ahora verás.

Cogí la segunda bola celeste y esta vez apunte mejor. Tiré 5. Solo quedaron dos en pie. Para llevar tanto sin jugar no estaba tan mal. Volví al asiento y le di una palmadita en el hombro.

-Te toca machote - le dije claramente en broma.
-La suerte del principiante. Ahora verás - me contestó cogiendo la bola verde.

Pleno. Maldita sea. Tenía clarísimo que quería ganarme. Me restregó el pleno por la cara como si lo hiciera siempre que tirara. Ya veríamos en el segundo tiro.
Cogí una bola naranja. Pesaba un poco más que la azul pero al menos podía levantarla.
Tiré intentado darle al bolo central pero conforme avanzaba la bola por la pista iba adquiriendo un efecto que yo no le había dado. O no intencionadamente.

-No, no, no. Por ahí no. - grité haciendo aspavientos con las manos. - Jo.
-¿Cuántos bolos? ¿Qué? ¿Ninguno? Oy, madreeee. Estoy viendo al claro vencedor de esta partida.
-Ni un comentario más. Te estás pasando - me hice la enfadada.
-A ver, déjame que te ayude.

Cogió una bola rosa y otra verde. Me dio la rosa y me hizo un gesto para que me fijara en sus movimientos.

-¿Ves? Este gesto es el que tienes que hacer con la muñeca. Y apuntar lo más recto posible.
-Eso intento. - me puse a su lado en la pista e imité sus movimientos. - ¿Así?
-Espera. - soltó su bola y se colocó detrás mía, pegado a mi espalda. - Así... - dijo mientras movía suavemente mi mano.


Un escalofrío recorrió mi cuerpo al oír su voz tan cerca de mi oído.

-Vale. Ya lo he cogido, creo - dije separándome de él.

Tiré tal y como me había dicho. Casi hago pleno. 9 de 10. Qué pena que hubiera gastado el tiro anterior.
Otra vez llegaba su turno. Casi hace pleno también. 8 de 10 que terminó de rematar con la segunda bola.

-Creo que te voy ganando... - dijo tras unas cuantas tiradas.
-De eso nada. Ya me has enseñado tu truco... Vas a perder - dije con toda la confianza del mundo.
-¡Jajajajajaja! - se rió tras mi tiro. - Se te han quedado los dos de las esquinas. ¿Qué vas a hacer?
-Tirarle a uno... No sé tanto como tú - admití.

Vi como hacía un gesto triunfante. Mira que a los tíos les gustaba hacerse los chulitos.

-Si quieres te intento ayudar para darle el efecto que necesitas.

 Se acercó otra vez a mí peligrosamente. ¿Por qué hacía eso? ¿Acaso le daba igual que estuviera con Julio? ¿O era yo la única que veía en sus acercamientos algo más?
Volvió a ponerse en la misma posición, tras mi espalda y hablándome al oído. Cerré los ojos y puse toda la atención en su voz. Menuda voz tenía. Joder. Marta para. 

-¿Lo has entendido?
-¿Eh? Sí, sí. - me dispuse a tirar. - ¡Bieeeen! - grité al ver que había tirado los dos bolos.
-Qué buena alumna eres - me achuchó contra él.
-Si le dices eso al Bigotes seguro que no te cree y te tacha de mentiroso para el resto del año. - nos reímos.
-¿Por qué te tiene tanta manía? 
-Eso quisiera saber yo. Es que no le he hecho nada... - puse voz de niña pequeña.
-Como propósito de curso va a ser averiguarlo. Ni sacar buenos notas ni nada - se rió. - Averiguar eso, ¿vale? - me tendió su puño.
-Trato hecho. - acepté chocándole.

Y así pasamos la tarde. Me enseñaba ciertos trucos con los bolos acercándose a mi cuerpo y hablándome al oído. Yo cerraba los ojos al notarlo cerca. Control, Marta. Control.
Parecía que me estuviera poniendo a prueba. Cómo si quisiera descubrir algo. Como si quisiera ver... si me gustaba. Exacto. Eso era. Y lo estaba logrando. Cabrón. ¿Por qué me hacía eso? Que yo estaba con Julio... Mi Julio.
Terminamos la partida y fue a ver el monitor. Vi sus ojos perplejos y me acerqué corriendo.

-No puede ser... ¡Te he ganado! ¡TE HE GANADO! - gritaba dando saltitos.
-Ésto tiene que ser un fallo... - dijo riéndose.
-No, no, no. Te he ganado. Acéptalo, ¡vamos! - dije quitándome esos feos zapatos.
-La suerte del principiante...
-De eso nada. Que yo no soy principiante. - me crucé de brazos. - ¿A qué me vas a invitar por haberte ganado?
-¿Eh? ¿Ese trato lo habíamos hecho? - se indignó de broma. - ¿Ya no vamos a medias? - le negué con la cabeza mientras me reía.
-Por supuesto que no. Quiero un helado del McDonalds. Y como puedes comprobar no te he pedido nada exquisito. Bueno, exquisito está...
-Te he entendido, tonta - se rió. - Anda vamos - me cogió de la mano arrastrándome.

Su mano llevaba a la mía y arrastraba a todo mi cuerpo a través del centro comercial. La tenía suave. Y calentita. 
Jamás entenderé por qué los tíos nunca tienen las manos frías y nosotras sí. ¿Qué castigo es éste?
Bueno, que eso. Fue el primer contacto de nuestras manos en ese sentido. Volvió Julio a mi cabeza. Moví un poco mi mano y Carlos lo notó. Se giró a mirarme y vio que estaba incómoda. Se dio cuenta.

-Perdona... Yo no... - me dijo soltándomela.
-No, tranquilo. No pasa nada. Es solo que... - me callé.
-Bueno, ¿vamos a por ese helado? - agradecí ese cambio de tema.

Subimos en el ascensor hacia la 5ª planta del centro comercial. Era en esa en la que se encontraban todos los bares. Famosos como el Bocatta o el McDonalds y otros no tanto, más tipo bareto. También había algúnos pubs. 
Mientras subimos observo por la cristalera del ascensor cómo nos alejamos del suelo. Me da por girarme y lo veo ahí plantado, mirándome. Le aguanto la mirada un momento. Es distinta. Me mira de otra forma. ¿Qué le pasa? Aparto la mía y vuelvo a mirar hacia abajo. ¿Por qué tarda tanto éste ascensor? Oigo un ruido y me giro. Veo como Carlos se ha acercado a los controles y ha pulsado el botón de STOP, que para el ascensor en seco.

-Carlos, ¿qué haces? 
-Marta... - le veo acercarse muy despacio - que... - se acerca peligrosamente a mi cara - ...que me gustas - me suelta de sopetón a dos centímetros de mi cara.
-¿Qué? - me sorprendo, aunque en realidad ya sospechaba algo. - Pero...
-Lo sé, lo sé. Tienes novio. Y lo entiendo. Jamás en la vida me metería en medio de una pareja... - ¿Y entonces qué coño hacía hablándome a dos cm? - pero es que es tan distinto esta vez...

Lo miro a los ojos. Son castaños pero son bonitos. Son penetrantes y cercanos. Te transmite con la mirada. Por favor... que deje de mirarme así. Se acerca un poco más. Parece mentira que se pueda acercar más sin que su boca toque la mía. ¿Lo va a hacer? ¿Me va a besar? Y yo, ¿por qué no me aparto? ¿Por qué no se lo impido?
Y a pesar de todo lo que pasa por mi cabeza en cuestión de segundos, él no me besa. Está cerca, casi me rozan sus labios pero no lo hacen. Estará debatiendo su cabeza con su corazón. Vaya cursilada. Vuelvo a alternar mi mirada entre sus labios y sus ojos. Me detengo en sus labios. Joder. Qué cerca están. Y me acerco. Esta vez soy yo la que me acerco. Y los junto. Junto nuestros labios suavemente. 
Carlos me lo agredece y me contesta al beso. Tengo los ojos cerrados. Y tengo calor. 
Malditos ascensores. Noto que se pone en movimiento. Seguimos besándonos. Yo acaricio su espalda y el juega con mi pelo. Nunca pensé que un ascensor diera tanto de sí.

-Carlos... -intento parar. - Van a pillarnos. Que el ascensor está bajando.

Se separa muy a su pesar. Y muy al mío. Justo a tiempo. Se abren las puertas y aparece un guarda de seguridad.

-Chicos, ¿qué pasa aquí?
-Se nos ha parado el ascensor a mitad de camino, jefe - miente.
-¿A dónde ibais?
-A la 5º planta - respondo esta vez yo. - Íbamos a por un helado - veo como sonríe Carlos.
-Pues es mejor que cojáis el otro mientras yo compruebo el fallo de éste.
-Vale, gracias por rescatarnos. - me vuelve a coger la mano pero en cambio, no se la suelto esta vez.

Salimos de aquel ascensor en el que nos hemos dado nuestro primer beso. Y a cada paso que doy me siento peor. Mi cabeza se está haciendo un lío. Estoy saliendo con Julio pero voy cogida de la mano de Carlos, y le he besado. He sido yo. Soy una mala persona. Soy todo aquello que nunca he querido ser. Todo aquello que he criticado miles de veces. 
Marta. Joder Marta. ¿Qué coño haces?

lunes, 6 de octubre de 2014

Un nosotros.

Echarte de menos.
En eso se basa mi vida. Una vida que es triste sin ti. Una vida que no tiene sentido si tú no estás. Una vida que no es vida. Es querer algo que no puedes tener; no de momento.
Y lo peor de todo es que ni siquiera te he conocido para poder echarte de menos de esta manera tan perra. Y lo hago, ya te digo si lo hago.
No sé quién eres ni cómo eres, no, pero la sensación de conocerte de siempre está ahí. Eso no se puede inventar. Noto que algo me falta. Y ese algo eres tú.
Tal vez confío demasiado en que un día llegarás. Confío en que sepas encontrarme. Y confío en que se me quite este vacío que me dejas. Este vacío que me oprime el pecho y que duele como mil rayos a la vez. Ese vacío que tú seguramente sientas también. Porque las almas gemelas están para encontrarse, ¿no?
¿De qué te sirve un alma gemela si no es para estar a tu lado?

Y ese es mi día a día.
Esperarte. Esperarte. Esperarte.
Es lo único que hago.
Bueno, eso y cansarme de hacerlo.
Pero no, no puedo rendirme. No puedo rendirme por ti. Por mi. Por NOSOTROS.
Nosotros... Qué bien suena y qué lejos lo veo.

Por favor, no tardes. Que el echarte de menos me cuesta y me duele. Y el dolor cansa pero, sobretodo, duele. Duele el vacío. El vacío sin ti.
Tú. Yo. Nosotros.
Es fácil decir lo mal que me siento en comparación a lo difícil que es sentirlo. Y aún así, como sé que aún me quedan fuerzas, esperaré.
Y cuando te vea sabré que eres tú porque, como ya te dije, te conozco desde siempre. Sin verte y te conozco... ¿Fe tal vez? No. Cuando se sabe, se sabe.
Te conozco, sé que lo hago...¿Y tú a mí?

Tú. Yo. Nosotros. Un nosotros. Qué bien suena...

viernes, 26 de septiembre de 2014

7.

El curso avanzaba sin prisa pero avanzaba. Todo me iba bien. Mis notas no eran las mejores pero sí lo suficientemente buenas para sentirme bien conmigo misma. Cada día que pasaba me sentía mejor teniendo a mi lado a mis amigas y también estaba feliz de haber conocido a Carlos. Era un buen chico. Y un buen amigo. Y por supuesto, estaba encantada de estar con Julio. Era mi vida en estos momentos. Casi todo lo hacía junto a él porque me sentía realmente a gusto.
La gente dice que las primeras semanas de una relación suelen ser las más empalagosas. Es cierto. Quedábamos siempre que encontrábamos un hueco, por mínimo que fuera. Estar juntos nos hacía felices. O al menos a mí.
Y luego, bueno, estaban mis padres. Mi madre sospechaba que había algo. Era normal porque no paraba quieta en mi casa. Y porque solía llegar muy feliz de todas mis ''salidas''.

Una noche vino a mi habitación y como cualquier madre en este mundo, entró sin tocar a la puerta. Y sí, yo estaba hablando por Skype con Julio. Imagináos el percal. Cerré de golpe la tapadera del portátil pero ella ya se había dado cuenta de la situación.

- ¿Quién es ése? - me preguntó con una sonrisa pícara.
- Un amigo, mamá. Gracias por llamar.
- Mmmm, ¿algo que me debas contar? - insistió.
- No mamá. Es una amigo, cuando pase algo que te deba contar, te lo contaré - mentí. - Y mientras, deberías aprender que las puertas cerradas están cerradas por algo.
- Creo que te ha molestado demasiado para ser sólo un amigo. - Que lista era la jodía, me calaba en nada. - No tardes en acostarte que mañana madrugas. Buenas noches - se despidió dándome un beso en la cabeza.

Y por otro lado estaba mi padre. Vivía en un mundo distinto al mío. No sabía nada ni le contaba yo nada. A veces me preguntaba por mis notas y mis amigos, casi por obligación. Le quiero mucho pero, con total sinceridad, creo que no me entendía.
Estaba decidida a contarles a mis padres lo de Julio. Algún día. Aún no era el momento. Llevábamos solo dos semanas juntos. Era poco tiempo para presentárselo porque, quizás una semana más tarde todo cambiaba y romperíamos. Ahora ni me planteaba que ésto me pudiera pasar con él pero, de golpe, las cosas cambian. En un instante, todo lo que crees conocer se invierte y vuelves a estar perdida en un mundo que ni viene ni va. Simplemente cambia. Y el cambio unas veces es a bien y otras a mal.
Algo parecido me pasó a mí, pero de momento, todo iba mejor que bien con respecto a Julio.

Una de las tardes quedamos para ir al cine. No teníamos ni idea de qué película escoger entre Les doy un año, Líbranos del mal o Lucy. Me ofreció ver la comedia romántica pero yo no quería obligarlo a ver una pastelada. Al final decidimos entrar en la de miedo. Me gustaban ese tipo de películas y así tendría la oportunidad de agarrarme a mi chico cuando la ocasión lo requiriera.
Fueron 2h de sufrimiento. Cuando intuía que iba a pasar algo malo me agarraba a su brazo y cerraba los ojos. En cambio Julio alternaba la mirada entre la película y yo. Me sentía agarrada a su brazo y se reía.

-Eres una cagada. ¿No te gustaba la peli? - me chinchó nada más salir de la sala.
-Y me ha gustado.
-Ya...
-¡Qué sí! - puse voz de niña pequeña fingiendo enfadarme - Eso no quita que me asuste... Es una película de miedo. Es el objetivo que tienen.
-Bueno, al menos así estabas más cerca mía - me soltó el seductor achuchándome un poco a él.
-Eh, no puedes decirme estas cosas y quedarte tan pancho - dije cogiéndole del brazo y parándolo un poco en seco. - Si querías que estuviera cerca tuya solo tenías que decirlo - me puse de puntillas y le di un beso cariñoso en la boca. - ¿Ves que fácil? - me sonrió agradecido.
-Me encantas - me contestó en mitad de otro beso y acariciándome el pelo.

Uf.
Era perfecto. En serio, no os puedo contar defectos que tuviera Julio porque no los tenía. Era atento, romántico, inteligente, guapo. Y me entendía. No me forzaba a hacer nada, me dejaba escoger mis propias decisiones y eso me encantaba.

Estuvimos dando vueltas por el centro comercial después de la película. Entramos a varias tiendas de ropa porque quería comprarse una sudadera y así yo le ayudaba a escoger una. En Pull&Bear encontramos una chulísima. Era azul marino con las mangas en un estampado de otro tono de azul, con detalles marrones. Era muy hipster y muy él. Totalmente su estilo. Cogió otra roja con capucha y unos pantalones vaqueros negros.


Se dirigió al probador con la ropa para ver cómo le quedaba todo. Yo cogí un  jersey rosa para probarme algo también.

- ¿Cuántas prendas lleváis? Tres y una, ¿no? - dijo la dependienta mientras nos daba dos fichas.- Pasad.

Antes de que entráramos los dos en el mismo probador ya había otra dependienta diciéndonos que debíamos entrar cada uno en uno, que eran individuales.
Eso hicimos. Nos pusimos en dos contiguos, me quité mi camiseta a rayas y me probé el jersey. Era super mono y me quedaba muy bien. Abrí un poco la cortina para ver si estaba por allí la dependienta y al ver que no, salí corriendo de puntillas y me metí en el suyo. 

-Eh, ¿qué haces loca? - me preguntó al verme allí dentro.
-Nada, te echaba de menos... - dije dulce y picarona.
-Qué rebelde eres... - me dio un beso y se rió.
-Que sepas que solo es por ti - sonreí - ¿Te gusta? - di una vuelta sobre mí misma a modo modelo. - Me queda bien, ¿verdad?
-A ti todo te queda bien, mi niña. ¿Y ésta para mí? - me preguntó haciendo referencia a la sudadera roja.
-Está muy chula. ¿Te has probado la otra? Porque si también te está bien creo que va más con tu estilo.
-Voy a probármela - se quitó la sudadera haciéndome caso.

Y allí estaba. Sin camiseta delante de mí. Ya lo había visto así otras veces pero no podía evitarlo. Julio me encantaba. Y me atraía un montón físicamente.
Se dio cuenta de que le estaba mirando y soltó una carcajada. Cogió mis brazos y se rodeó el cuello con ellos, y luego me cogió de las piernas para subirme un poco hasta él. Y allí estábamos los dos, besándonos en un probador y haciendo que la temperatura subiera de golpe.

-Ejem - se escuchó un carraspeo desde fuera.
-Creo que nos han pillado - dije riéndome en voz baja mientras me bajaba de sus brazos. - Corre ponte la sudadera - me hizo caso. - Sí, la azul te está mucho mejor. Yo me salgo y te espero fuera a que te pruebes los vaqueros.

Repetí el proceso anterior. Saqué la cabeza a través de la cortina con cuidado. No había nadie. Era el momento de volver rápido a mi probador.
Me puse mi camiseta y salí para fuera a esperarle.
Tachán. Choque. Salía con la cabeza agachada de los probadores doblando el jersey y no vi que alguien se ponía delante mía.

-Perdona, perdona - hice hincapié diciéndolo dos veces. - Anda, pero si eres tú... 
-No es nada, Marta - se rió. - ¿Sabes? Esta situación me resulta muy familiar - se burló de mí - aunque la última vez tus papeles volaron por los aires.
-Carlos, que te la ganas - le contesté amenazante mientras me reía.
-No te equivocabas cuando me contaste que eras muy torpe - siguió diciendo.
-¡Ya te vale! - le pegué con el puño en el brazo. - ¿Qué haces por aquí? ¿Vienes solo?
-Que va, vengo con un amigo de mi bloque y eso. A ver si compramos algo de ropa. ¿Te gusta ésto? - me preguntó enseñándome una sudadera.
-Eh.. - puse cara de sorprendida - Es genial. - contesté al fin.

Había cogido exactamente la misma sudadera azul que Julio. Tenían el mismo estilo vistiendo y por lo que veía, el mismo gusto escogiendo.
En ese momento salió Julio de su probador con la ropa en los hombros.

-Mmm, hola - se plantó delante nuestra. Me hizo un gesto con la cara para preguntarme quién era aquel chico.
-Julio, éste es Carlos. Un amigo mío - sonrió Carlos cuando dije ésto - y compañero de clase.
-Encantado - le tendió la mano a Julio. - He oído hablar mucho de ti.
-¿En serio? - soltó una carcajada mirándome. - ¿Les hablas de mí?
-Pero cállate tío - le volví a dar con el puño a Carlos. Me subían los colores.
-Simplemente se dedica a remarcar lo feliz que está.
-No lo arreglas, ¿sabes? - protesté.

En ese momento sonó el teléfono de Julio y éste nos hizo un gesto de que iba a cogerlo. Salió hacia afuera dejándome la ropa a mí.

-Toma, paga. Tu jersey también, ¿vale? - me sonrió y me dio un beso en los labios delante de Carlos. -Es un regalo - me dijo al oído.
-Gracias - moví los labios sin hablar.

Salió de la tienda y se puso a hablar por el teléfono. Mientras tanto yo me quedé allí con Carlos hablando un poco y haciendo cola para pagar.

-Por cierto, ¿y tú amigo?
-Ni idea, tía. Se me ha perdido. - Un whatsapp sonó en su móvil en ese momento. - Vale, aquí está el por qué. - me dijo enseñándome el smartphone.

''Tío, q me he tenido que ir. Mi padre me ha llmado xa que vaya a por mi hermana al pueblo. Me han liado un taco asiq al final voy.
Perdona''

-Joder. ¿Y te deja así tirado? - me extrañó.
-Pues ya ves. Bueno, no pasa nada. ¿Quieres hacer algo?
-Pero yo... estoy con Julio esta tarde.

Y como si el destino me hubiera oído entró Julio con cara de preocupado.

- Marta, me tengo que ir. Te llevo a casa rápido.
- ¿Qué pasa? ¿Quién era?
- Mi madre. Mi abuela se ha puesto peor y hay que llevarla al hospital - dijo nervioso.
- Julio, - le dije cogiendo su cara entre mis manos y mirándole a los ojos - no te preocupes que no va a pasar nada malo, ¿vale? - intenté animarle.
-Eso espero. ¿Nos vamos?
-No, no pierdas el tiempo en llevarme a casa. Vete rápido. Ya me las apaño yo - le sonreí comprensiva.

Esta vez fue el que me dijo gracias con solo mirarme a los ojos. 
Parece que estaba todo planeado para que me quedara a solas con Carlos. No me importaba porque era mi amigo pero, era la primera vez que salíamos los dos solos.

- Bueeeeeeno... Parece que nuestros respectivos acompañantes nos han dejado tirados... - me miró con una mezcla de pena y alegría en sus ojos.
- Eso parece.
- ¿Te apetece hacer algo ahora? Ya si tienes la tarde libre, ¿no?
- Venga va - contesté tras pensarlo un poco.
- ¿Se te dan bien los bolos? Estoy seguro de que te gano por paliza.
- Eso no te lo crees ni tú. Soy la campeona de mi casa en bolos. Te vas a enterar - dije picándole.

Nos dirigimos hacia la bolera con la intención de divertirnos y la cosa llegó a mucho más que eso.
Había aceptado quedarme un rato con él pensando que no pasaría nada.
Qué equivocada estaba. Un simple gesto, lo puede cambiar todo.

viernes, 19 de septiembre de 2014

6.

Salí de aquel embobamiento espontáneo y volví a mirar la carretera. Ahora sonaba Leiva. Uf, Leiva. Algún día iría a un concierto suyo, y ahora que sabía que a Julio también le gustaba podría asistir acompañada.
Cinco minutos más tarde empezó a disminuir la velocidad del coche y vi un desvío que se dirigía hacia la izquierda. Dejó el Seat IBL aparcado en un recoveco y me invitó a salir del coche. El chico tenía hoy ganas de ser galán. Realmente Julio me parecía un chico muy amable y atento. Si seguía así se ganaría otro punto.

-Ya solo nos queda pasear hasta el sitio que te quiero enseñar. Es bonito y tranquilo. Cuando quiero estar solo suelo venir aquí a relajarme. Y ahora te lo enseño a ti. Ahora va a ser de los dos... - fue disminuyendo la voz pensando en la cursilada que acababa de decir.
- Gracias - le dije mirándole a los ojos. No se me ocurrió otra cosa con que contestarle.

Paseamos hablando un poco de todo. El camino tenía a ambos lados una fila de árboles plantados recientemente. Hacía fresco allí y encima se había levantado un pelín de aire.

-¿Tienes frío? - me preguntó.
- Un poco. - contesté pensando que era mi oportunidad para acercarme a él.

Vi como una sonrisa aparecía en su cara. Tenía una boca realmente perfecta. Parecía como si aquellos labios me llamaran. Me estaban gritando a voces que los besara. Pero me resistí.
Julio se acercó a mí y me echó el brazo por encima, rodeándome y acercándome a su cuerpo. Me transmitía calor. Y eso me sentaba bien.

-Gracias... - dije de nuevo.
-Eres muy agradecida tú eh - se río. - No tienes por qué dármelas. Bueno ya estamos aquí.

No me había dado cuenta de que habíamos llegado ya. Estaba tan pendiente de mirar los árboles y sobretodo de mirarlo a él que ni me di cuenta de que ya habíamos llegado.
El sitio era sorprendente. Al final del camino los árboles dejaban de seguirnos y se abría una especie de descampado pero sin tierra. Es decir, el suelo era de piedrecitas como en las calles antiguas dándole un toque de terraza de verano oculta. Tenía hasta su propia barandilla puesta al borde del descampado. Y las vistas... Desde allí se podía ver toda la ciudad. Todas las luces brillando a cual más fuerte intentando que mis ojos se deslumbraran de tanta belleza. Luces rojas, naranjas, amarillas, incluso azules o verdes. Era un festival de colores. Aquel lugar era como una especie de mirador. Sí, eso. Un mirador misterioso que nos regalaba la naturaleza.
Era un sitio realmente precioso. Y tan perfecto... Casi tanto como él.
Lo miré de repente y vi como me observaba. Tenía cara de haber triunfado. Se fue acercando lentamente hacia mí hasta estar a varios centímetros. Me cogió por la cintura y me acercó a su cuerpo de nuevo. Notaba su calor tan agradable...
Su cara se acercó poco a poco a la mía y volví a notar sus labios. Le respondí al beso con cierta pasión. Nos gustábamos y eso se notaba. No podía alejarme de él, de su cara, de su cuerpo. Era como una atracción magnética que me retenía allí a su lado. Tampoco tenía intención de alejarme. No había estado tan a gusto desde hace tanto tiempo... Y de repente una idea celosa me vino a la mente.

-¿Aquí traes a todas tus chicas? - le descoloqué un poco. Acababa de romper el momento para decir una tontería.
-No. Te lo he dicho antes. Aquí vengo cuando quiero estar solo y tranquilo. Nunca se lo he enseñado a nadie excepto a ti. Ahora el sitio es de los dos. Quiero que sea de los dos y solamente de los dos. -me contestó saliendo airoso del apuro.

Y esta vez fui yo la que se lanzó a su boca. No pude negarle aquel beso. Estaba demasiado colada por él, y en tan poco tiempo, que me sorprendía a mí misma. Y hacía muchísimo que no sentía tal confianza con una persona y menos con un chico. Porque como ya os dije los chicos y yo no nos solíamos llevar extremadamente bien.
Estuvimos en aquel mirador improvisado de vistas espectaculares un buen rato. Nos habíamos sentado en el suelo a contemplar nuestra maravillosa ciudad al ritmo de nuestras palpitaciones. Estábamos abrazados y podía oír su corazón. Cuándo se aceleraba y cuándo se frenaba. Cuándo su calor aumentaba y con él el mío. Podía oírlo a él, podía oír su interior.

E inevitablemente, allí sentados en mitad de la noche, me puse a pensar en que a veces las cosas no salen como uno quiere. Ese montón de veces en que había querido con todas mis fuerzas conseguir algo y no lo había logrado. Pero estaba feliz porque si todas esas cosas que no conseguí en su momento han sido las causantes de que esta noche me encontrara aquí con él, con Julio, entonces solo podía estar agradecida. También pensé en todo lo que había cambiado mi vida en un par de días. Tan solo un par de días. Y en cómo la noche estaba saliendo a pedir de boca.
Boca...
Boca...
Volví a notar como se acercaba la suya a la mía para besarme. Para buscar ese juego que sabía que tenían nuestro labios. La compenetración de nuestros cuerpos era sorprendente. ¿Cómo rechazar al destino en estos momentos? No se puede. Así que no me quedaba otra que dejarme llevar en aquella fresca y a la vez cálida noche que nos regalaba hoy el destino.

Al rato me acordé del reloj. Seguro que se me había pasado la hora.

-¡Hostias! - exclamé de forma espontánea mientras daba un brinco para ponerme de pie - ¿Las una y cuarto son ya?
-¿Siempre tienes problemas con la hora? - me contestó él riéndose.
-Mi madre es la que tiene problemas con la hora. Si por mi fuera... - Y le puse ojitos.

No se pudo resistir y tiró de mí hacia abajo para regalarme otro beso más que añadir a la colección de joyas que se esfumaron al aire libre esa noche.

-Anda sí. Vamos.

Nos subimos en el coche e iniciamos el regreso a casa. Íbamos en silencio pero no molestaba. No era un silencio incómodo.
Y casi llegando a mi barrio se decidió a hablar.

-Ésto... Marta me lo he pasado en grande esta noche. Gracias por haber quedado conmigo y enseñarme un poco más de ti.
-¿Ahora eres tú el agradecido?
-Sí... Dicen que todo lo bueno se pega.
-A ver si es verdad eso y se me pega algo de tu guapura - dije pícara.
-Me gustas de verdad.
-Y tú a mí - le contesté siendo sincera. - Me gustas mucho. Y también lo he pasado genial esta noche. Gracias...

Sonrió al escuchar mi gracias y al verle también sonreí yo. Estaba muy muy feliz. Ya habíamos llegado al parque de debajo de mi casa. Las dos menos cuarto. Me iban a matar. Me vio mirar el reloj con nerviosismo y no se demoró en despedirse.

-¿Hasta mañana pues?
- Hasta mañana. Qué descanses preciosa.

Salí del coche con rapidez. Y tan pronto como salí volví a entrar en él para darle un beso. Rocé sus labios cálidamente. Un rato sin ellos era mucho tiempo.

-Buenas noches.

Corrí tanto como pude hasta llegar a mi casa. Subí los escalones del bloque de dos en dos. Que casi me caigo era un dato importante que contaros porque debéis conocer hasta qué nivel llega mi torpeza. Imagináos que llego a mi casa sin piños. Bueno, vuelvo a la historia.

Corrí mucho hasta llegar a mi casa y delante de la puerta me paré a respirar. Abrí la cerradura lo más suave que pude. Estaba echada la llave. Eso significaba que mis padres se habían acostado. Y que al menos esa noche no habría pelea. Me había librado. Mañana sería un nuevo día y tenía que contarle muchísimas cosas a mis amigas.
Me puse una camiseta ancha y vieja para dormir y me acosté.

Me levanté cinco horas más tarde cuando me sonó el despertador. Había puesto una canción nueva de Vanesa Martín por lo que el despertar se hacía más ameno. Yo solo rezaba por no terminar odiando esa canción que me obligaba a madrugar.
Me vestí con unos vaqueros rotos negros y una camiseta roja de manga corta que llevaba dibujado en grande el eslogan de la CocaCola. Así estaba bien. Tampoco me vería Julio que era quien realmente me importaba ahora. Aunque sí me verían Carlos y el resto de mi clase. Bah, iba bien para ir a la facu.

Llegué puntual a la primera hora aún cogiendo el odioso bus. Últimamente me había aficionado bastante a los coches.
Saludé a mis amigas y a Carlos en clase y me senté en mi sitio. En los intercambios les iba contando lo que estuve haciendo la pasada noche y ellas me miraban emocionadas. Carlos también estaba allí y también escuchaba lo que yo tenía que contar. A veces ponía caras raras y parecía como si le molestara un poco. Intentaba hacer como que no le interesaba mirando para otra parte y saludando a otros compañeros pero yo sabía que sí. Tenía esa sensación. Lo veía con la oreja puesta.
¿Cuándo había yo empezado a interesarle tanto?
Total, que te terminé de contarles a Carla y Noelia todo lo que tenía que contarles y les pedí su opinión.

- Si tú estás bien y te gusta yo te animo a estar con él - me contestó Carla. - Parece un buen chico.
- Demasiado bueno... - interrumpió Noelia.
-¿Qué pasa ya? ¿Qué quieres decir con eso? - me extrañé.
- Pues que... es todo muy perfecto. Demasiado diría yo. Se ve genial y todo os va genial. Es atento, te gusta, es guapo, listo. Tiene coche... - me guiñó un ojo tras decir ésto y se puso seria de nuevo.
- ¿Pero...?
- No sé tía, que en la vida real no existen los cuentos de hadas. Y no es que no confíe en que todo salga bien pero es... raro. Como dijo alguien alguna vez, ''yo confío en todo el mundo pero desconfío del demonio que llevan dentro''.
- Oy, qué filósofa estás hoy Noelia. -me salvó un poco Carla. - No desanimes a la chiquilla porque entonces tú qué. Tu historia sí que es un cuento de hadas.
-Mi historia es normal. Chico conoce chica en piscina y ya. Pero es que tú, Marta - me dijo dirigiéndose a mí de nuevo - lo acabas de conocer y ya estáis enamorados.
-Eh, que yo no he dicho eso. Simplemente que me gusta.

Tras decir ésto miré inconscientemente a Carlos y vi que también él me estaba mirando.

- Danos tu opinión masculina porfa. - le dije para salir del apuro de las miradas.
-¿Yo? ¿En temas de chicas? - dijo como si no quisiera responder. - Vale jajajajaja - me sorprendió.
-¿Y bien? - le apresuró Carla. Parecía estar muy interesada en su respuesta.
- Que os preocupáis demasiado. Os sorprende que un chico pueda de repente ser muy romántico y tener detalles con vosotras sin querer nada a cambio. Que sí, que hay mucho tonto suelto que solo quieren lo que quieren pero, creo estar en lo cierto cuando digo que no todos somos así. También tenemos nuestras facetas. Creed un poquito en el sexo masculino anda.

Carla, Noelia y yo nos quedamos con la boca abierta. Parecía que nos habían dado un mitin sobre el amor allí mismo. He de decir que me encantó su respuesta. Y tenía toda la razón del mundo. Me estaba preocupando demasiado. Lo que tuviera que pasar con Julio iba a pasar. No debía darle más importancia al asunto.
Y eso fue lo hice. O al menos lo que intenté hacer.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Herida sobre herida duele el doble.

A veces tengo días en los que me paro a pensar un poco en todo. Pienso en mis amigos, en mi familia, en mis cosas. Pero sobretodo pienso en mí.
En los aspectos en que cambia mi vida y otros muchos en que no lo hace.

Y aún sabiendo que hay cosas que han cambiado por el propio curso que sigue la vida me siento en el mismo lugar. Tengo la sensación de andar y andar por un largo camino que nunca acaba. Mejor dicho, que nunca avanza.
Mis pies se cansan y se paran, y al observar qué es lo que tengo alrededor veo el mismo paisaje de siempre. Es el mismo árbol, la misma roca, el mismo lago, el mismo aire que me ahoga y aprieta. Y me aburro. Me aburro y me canso de andar y estar una vez tras otra en el mismo punto. En el punto de partida. Veo a los demás avanzar, veo a gente coger carrerilla y acercarse más a su propia meta, veo a gente dar pasos cortos pero certeros. ¿Y yo qué? Yo retrocedo o cómo va ésto.

Hay personas que me saludan unos pasos más adelante. Me animan a seguir y a pensar que todo llegará. Y mi instinto es ese. Ser optimista y visualizar la llegada a meta. Y cerrando los ojos cojo fuerzas de nuevo. Pienso que esta vez sí que avanzaré, aunque solo sean unos pasos. Pienso en que lo lograré. Todos me animan a hacerlo. Yo me animo a hacerlo.
Y como no, en ese camino a la meta en el que creo que todo va bien, vuelvo a tropezar con la misma piedra. Y vuelvo a caerme. Doy de bruces contra el suelo y duele un poquito más. Cada vez que me caigo duele un poquito más.
Herida sobre herida duele el doble, eso ya se sabe.

Y a pesar de todo, me vuelvo a levantar. Me sorprendo a mí misma y me levanto. Una vez tras otra. Con fuerza. Como si nada pasara por caerse. Una, dos, tres veces. Diez. Cien. Incluso mil.
Me sigo levantando. Eso es lo importante ahora.
Pero sé, con toda la pena del mundo, que habrá un día en el que no consiga hacerlo. La fuerza no será la misma. Mi cuerpo querrá seguir levantándose y seguir cayéndose de boca en la misma piedra, pero en cambio, mis piernas fallarán y mis rodillas sangrarán. Mi piel estará débil. Y mi cuerpo no tendrá la misma fuerza para reponerse de tanto esfuerzo. De tanto andar en círculos. De tanto caerse. De tanto observar cómo los demás avanzan. De tanto raspar el suelo y no el cielo.
Y es que herida sobre herida duele el doble. Ya sabéis.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Mi decisión, mi camino, mi vida.

Decisiones que van y vienen. Unas nos tocan y nos hacen partícipes. Otras simplemente pasan rozándonos desapercibidas, pero ahí están.
Habrá personas a las que les encante tomar decisiones, tener en sus manos el poder de decidir y cambiar su vida conforme a su propia decisión. Y luego están los que, como yo, las odian.
Odio tomar decisiones importantes. ¿Por qué?
Porque siempre tengo esa fea sensación de que escoja el camino que escoja va a ser el equivocado. La sensación de que una parte de mi decisión no está bien tomada.
No son muchas las situaciones en las que me he encontrado ante el problema de decidir algo gordo, aunque sí las suficientes para hacerme pensar eso.

Dos opciones, dos caminos, tal vez los dos sean correctos o tal vez no. Y eso no se sabe hasta que eliges y comienzas a andar por el serpentinoso sendero que te lleva al final de tu sentencia.
Y yo siempre doy con el equivocado. ¿Cuál es la probabilidad de que te pase?

Estoy harta de determinar qué es lo que quiero hacer, qué es lo que quiero decir, lo que quiero ocultar. Estoy harta de ver que me arriesgo con una opción y algo cambia a mi alrededor. Y no cambia precisamente a bien.

Una vez me dijeron que ''¿Y la satisfacción que sientes al tener el poder sobre tu propia vida, sobre tu propio destino? Esa sensación de que todo te sale bien y ha sido por el desvío que tú mismo tomaste...''
Vale pero, ¿y si no llega? Y si no siento esa satisfacción porque no he escogido bien. Si veo como gente que me importa sale perdiendo con lo que yo decido. Si haga lo que haga, alguien sale malparado.
¿Es mejor sobreponerse uno mismo ante los demás? o ¿sobreponer a los demás sobre ti mismo?
¿Acaso no es eso lo que nos hace humanos? ¿La compasión? ¿El no ser egoístas? ¿El pensar en los demás?

Tal vez penséis que es miedo lo que tengo y sí, lo es. Tal vez no soy madura en ese sentido y por eso no tengo el suficiente valor de enfrentarme a mis propios problemas. A mis propias decisiones.
Miedo a escoger mal y no ser capaz de enfrentarme a las consecuencias de dicha decisión.
Y exactamente es eso. Y me encantaría tener ese valor. El valor de explicarle a la gente el porqué de mi decisión. El valor para examinar los pros y los contras y viéndolos, saber cuáles de esos contras son los peores.

Y mi pregunta es, ¿y quién me ha enseñado a mí a saber que contra es peor?
¿Es peor perder a un amigo por decirle la verdad o tener una 'falsa' amistad? ¿Es mejor estar con alguien a quien no quieres tanto como pensabas o estar sola queriendo a alguien? ¿Es mejor sacar un diez y un cero en dos asignaturas o sacar dos cincos?
Enserio, ¿quién decide qué es lo peor? ¿Quién? Y ese es mi miedo. No el no saber enfrentarme a la consecuencia sino, el decidir tales contras son más ''buenos'' que tales otros y no estar en lo cierto. Y de nuevo volver a equivocarme en mi decisión, equivocarme en mi camino y equivocarme en mi vida.

sábado, 16 de agosto de 2014

¿Buena idea?

He decidido hacer la historia de Marta un poco más interactiva gracias a la idea que me ha dado una amiga.
La historia será interactiva en el sentido de que podréis participar, por decirlo de alguna forma, en ella.

Bueno la idea es la siguiente.

Lo que quiero es que en los comentarios me pongáis frases que queréis que aparezcan en la historia. Y en el siguiente capítulo las introduciré de una forma u otra. Puede decirla la protagonista, la madre, Julio o incluso que salga en la tele. No sabréis en que forma aparecerá pero lo hará tal cual, textualmente. Y la gracia es esa, que tengáis que estar pendientes para ver en qué momento sale vuestra frase y estéis un poquito más 'enganchados' a ella.
También es una forma de saber cómo queréis que sean o hablen los personajes, de ver vuestra opinión de otra forma y crear una historia más amena.
Lo que sí haré será poner una o dos frases por capítulo para que no estén todas en el mismo y se alargue un poco la cosa. Pero ya os lo digo, podéis decirme todas las que queráis y del tipo que queráis (sin pasaros de los límites, claro). Divertidas, de amor, filosóficas, sensuales, bromas... Lo que queráis.

Espero que esta idea os parezca tan divertida como a mí y salga adelante. Además, puede dar lugar a cambiar un poco de rumbo la historia según lo que me digáis. ¡Hasta la próxima entrada!

viernes, 15 de agosto de 2014

5.

Esa alegría mañanera que habían causado los mensajes de Julio y Javi se había marchado al pensar en la pesadilla. Entré bastante cabizbaja a clase y no tardaron mucho en preguntarme qué me pasaba.

-¿Marta? ¿Estás bien? - me dijo Carla.
-Seguro que es de la fiesta que os pegásteis anoche las dos. -Nos señaló Hugo, un chico de la clase que hablaba con quien fuera.
-Estoy bien.
-Ayer te vi muy cariñosa con un chico, Marta. No sabía que fueras así.

Yo seguía en mi mundo pero ante semejante ataque debía contestar. Sobretodo si quien me atacaba era el que peor fama de la clase tenía.

-¿A qué te refieres con eso? Qué pasa, ¿qué aquí el único que se puede liar con otra persona eres tú?

Mi voz se escuchó por encima del resto porque fue uno de esos momentos en los que misteriosamente la gente se calla al unísono y solo se oye a alguien esporádico. En este caso fue a mí.
Algunos se giraron con caras sorprendidas y otros divertidos. Puse cara de vergüenza y alcé un poco los hombros dando lugar a una situación divertida. Mi torpeza volvía a hacerme sobresalir.

Noe me dio un sutil codazo por debajo de la mesa y me señaló con los ojos a la puerta. Carlos entraba en ese momento y se dirigía hacia nosotras.

-Buenos días chicas. - dijo siendo simpático.
-Buenaaaas. - le contestó Carla super contenta.

Me sentía rara viéndolo allí en persona. Era como vivir con... ¿un ser ficticio? Me había inventado toda una historia terrorífica y anoche la relacioné con él añadiendo su cara al chico que veía. Sin embargo, no podía ser borde solamente por haber soñado algo raro. Además era solo eso, un sueño. Una pesadilla mejor dicho. Una que se repetía casi todas las noches. Aún así no podía dejar que un Carlos inventado estropeara una nueva amistad con el Carlos real.

-Buenos días. - contesté finalmente.
-Se os nota cansadas. ¿Qué tal anoche?
-¡Super bien! Es que hemos dormido dos horas solamente jajaja - respondió Noelia. - Y ésta no me veas, triunf...
-Shhhhhhhh. - La corté poniéndome un poco colorada.

Carlos puso cara de extrañado y yo le sonreí para evitar hablar del tema.

Las horas de clase pasaron rápido y sin nada importante que contar. Un día normal entre otros.
Llegó la hora de irse a casa y Carla nos invitó a ver una peli. Rechacé la propuesta porque mi madre me había advertido de que quería hablar conmigo. Además no había pisado mi casa en casi 24h.
Recé porque Carlos sí la aceptara y no me acompañara hasta el autobús en un paseo incómodo. Si le iba a contar mi sueño y de qué me sonaba su cara, antes tenía que pensar bien cómo decírselo para no parecer una completa loca.

-Yo tampoco voy a ir. Pero gracias por la invitación guapa.
Carla le sonrió super contenta. Me estaba dando la sensación de que le gustaba.
-Voy a comprar algo de ropa así que hoy no te acompaño al bus. - se dirigió a mí.
-No te preocupes, de todas formas yo volvía en coche.

Estuve intentando recordar dónde lo había dejado aparcado la noche anterior mientras caminaba en soledad por las calles de aquella magnifica ciudad.
Menos mal que en casa teníamos dos coches porque había dejado a mis padres con un vehículo menos que a lo mejor habrían necesitado esta mañana para ir a sus respectivos trabajos. Aún así estaba la moto de mi padre. Ese no era motivo de pelea. Seguramente lo que mi madre quería reprocharme es que no los avisara de que me quedaba a dormir o de haber dejado el coche en la calle, de no llamarles esta mañana o una mezcla de todas ellas. Con muchísima suerte no me regañaría, con suerte y un milagro. El caso es que habría pelea nada más llegar. Odiaba cuando me regañaban por algo que había hecho.
Yo solía reconocer las cosas que hacía mal cuando realmente las hacía, pero tenía ya una edad como para andarme con tonterías. La norma de avisar en todo momento de a dónde vas y con quien es un control que quieren ejercer nuestros padres y que no veo para nada necesario en el momento en que cumplimos dieciocho. Bueno, pues no lo entendían. A mí no me importaba contarles lo que había hecho o con quién había estado pero ¿todo? ¿Y siempre? Es decir, si algún día salía con un chico y no quería que ellos lo supieran tendría derecho a no contarlo. Para mí eso era la intimidad y obviamente no tenía. Tal vez no había tanta confianza entre nosotros como pensaba.
Aún así estaba clarísimo que me pensaba guardar ciertas cosas. Y de esta noche más. De Julio ni una palabra a mi madre por el momento y menos aún a mi padre. Se volvería loco con solo pensar que he besado a alguien del sexo opuesto. 'Secreto profesional' me dije. Bah, estaba demasiado sobreprotegida por ser hija única.

-Ya estoy en casaaaaaaa.
-Hola cielo. - Escuché la voz de mi padre.

Mi madre se acercó por el pasillo. No parecía cabreada. A lo mejor en tanto rato se habían calmado las aguas.

-¿Qué tal anoche? - me preguntó.
-Muy muy bien. De verdad.
-¿Con quién estuviste?

Ya estábamos con el interrogatorio.

-Con Noelia, mamá. Te lo dije ayer.
-¿Y ya?
-Sí mamá. Y ya. Se nos alargó la cosa porque me estuvo contando algunas de sus historias mientras bailábamos en un pub y eso.
-¿Pero no ibais de tapas? ¿Cómo es que no has vuelto a casa ésta noche?
-Porque en el pub nos invitaron a una copa y sabes que no pienso conducir si he bebido. ¿No es eso lo que quieres? Luego te quejas de que no soy responsable pero preferirías que viniera a quedarme con Noe.
-Yo no he dicho eso. Me gusta saber dónde estás. Algún día lo comprenderás.
-Sí, algún día.
-Y sabes que no me gusta que te inviten a copas. Nunca sabes qué te pueden echar ahí.
-Vuelta al tema. Mamá que fue el camarero. - mentí - Si la hubiera pedido yo me la habría dado igualmente él. Así que déjalo. Perdóname por no avisaros de que me quedaba a dormir pero ni sabía a qué hora volvíais a casa ni sabía si dormiríais cuando quería llamar. Al final decidí no hacerlo y ya está. Estoy bien, ¿ves? Así que tranquilízate. -finalicé la conversación dándole un beso.

Me fui a encerrarme en mi cuarto. Encendí el ordenador y puse una playlist de rock en modo aleatorio. Estaba enamorada de aquella lista de reproducción. Todas las canciones me encantaban. Todas.
Primero salió Queen con su 'Another One Bites The Dust' y después Guns N' Roses con 'November Rain'. Una tras otra y todas las cantaba con un ánimo impresionante. Esa música era total.
Tras ordenar un poco la ropa de mi habitación caí en que Noelia tenía en su piso mi camisa y le mandé un whatsapp.

''Traeme mñana a clase la camisa x favor. Yo te llevo la tuya''
Me contestó casi al instante.
''Eso está hecho. La peli está genial, q pena q no estés'' 

Al minuto volvió a sonar el pitido del whatsapp. Pensé que era Noe otra vez o Carla para chincharme de lo bien que lo estaban pasando. Pero no acerté. Era Julio. No me esperaba para nada que me hablara y tal vez por eso me sorprendí más. ¿Un mensaje por la mañana y otro ahora? Le había interesado más de lo que pensaba.

''Hola guapa, q tal? Espero q hayas tenido un buen dia''
''Bueno, mi humor cambia por momentos. Mi madre se ha preocupado pq ayer no la avise de q n dormia en casa. Adivina qn fue el causante ;)''
''Me echas las culpas? Jajaaj. Si se preocupa es q es buena madre. 
Quieres q quedems y hablamos o hacemos algo??''

No sabía qué contestar. Era posible que mi madre no me dejara salir otra vez esta noche. Tenía que inventar alguna excusa y era malísima para eso. Qué pena que la imaginación no fuera un rasgo que me caracterizara.
Lo que sí podía hacer era avisar a Natalia, la hija de una vecina con la que a veces salía al parque de al lado para escapar de nuestras respectivas casas. Nos juntábamos con otras dos chicas y comíamos pipas mientras debatíamos sobre amigos, música, ropa, series o cualquier otro tema de la gente de nuestra edad.
Al final hice eso. Me debía una. Gracias a mí pudo salir una noche con nosequién mientras sus padres pensaban que estaba conmigo viendo una película. La única norma que teníamos en estos casos era no contarnos más de la cuenta por si nos pillaban. Así ninguna se iría de la lengua. Era un buen trato. Y efectivo por ahora.

''Julio, tienes coche? Tengo una idea.''

Una vez mandé el mensaje me pareció que tenía un tono algo picarón y no iba para nada con esa intención.

''Sí xd. Q tnes pensado jajaj?''
''Quieres venir a recogerme a las 11? Pdemos dar una vuelta o hacer algo un rato.''
''Allí estaré ;)''

La verdad es que tenía ganas de quedar con él. De volver a ver sus ojos. Volver a notar sus brazos. Y sobretodo su boca. Tan suave y cálida. Estaba totalmente atrapada por él. Y quedábamos por segunda vez. Sabía que no debía hacerme ilusiones ni pensar en volver a besarle o liarme con él. Pero es que no habían pasado 24h y ya estábamos quedando de nuevo. ¿Significaba eso que entre nosotros había algo más o era una simple atracción física?
Iba dispuesta a fijarme mucho más en él, en cómo actuaba, cómo vestía, cómo hablaba. Y empezaba a ser consciente de que me podía enganchar muchísimo.
Me vestí con unos vaqueros estampados de flores y una camisa granate. Era un buen look. Normal pero mona.
Y antes de salir por la puerta me autodi dos consejos. El primero, que debía regalarme más oportunidades como aquella. Me apetecía tener a alguien especial en mi vida con quien compartir más que una amistad. Y el segundo, que no me flipara y me hiciera ilusiones antes de tiempo.

-Atiende y valora las oportunidades que te quieres dar pero sin emocionarte demasiado. - me dije.

Llegué al parque a menos cinco y ya estaba allí con su coche. Era un chico puntual, punto a su favor.
Me subí en la puerta del copiloto y lo fui a saludar con dos besos en la mejilla. Él vino a saludarme con uno en la boca.

-Vaya, primer momento incómodo de la noche. - protestó.
-Y divertido... A mí estas cosas me divierten. - intenté alegrarle.
-Pues sí que eres optimista. Me gusta. ¿A dónde quieres que vayamos?
-Tienes un par de horas para llevarme a cualquier sitio.
-¿Al huerto también? -bromeó.
-Ey, no te confundas de camino.
-Era una broma. Perdona. Tengo el sitio perfecto. Y creo que te va a gustar.
-Sorpréndeme.


Me dejé llevar sin tener ni idea de a dónde íbamos pero estaba a gusto. En la radio sonaba ECDL.
Otro punto a su favor. Y otro más por ser la canción de 'La suerte de mi vida'.
Qué pasteloso se estaba volviendo el momento coche, ¿no? En el fondo estaba encantada y no podía negarme a mí misma que era una romántica empedernida que disfrutaba con estas cosas.
Lo observé en silencio mientras conducía. Era guapo, muy guapo. Iba tarareando la canción y eso lo hacía sexy. Si además uníamos su barbita de unos días... estaba irresistible. Otro punto.
Llevaba puesto unos vaqueros negros y un polo verde de marca. Nada más y nada menos que Lacoste. ¿Qué era eso? Ah, otro punto. A este ritmo tendría tantos a su favor que sería imposible contrarrestarlos en la balanza con algo ''malo'' que tuviera.

-Te gusta vestir bien por lo que veo.
-Vaya, qué observadora.
-Sólo con lo que me interesa - intenté ser picara mientras le sonreía.
-Vas muy guapa. Bueno, eres muy guapa. - dijo apartando un segundo la vista de la carretera y mirándome a los ojos.
-Gracias.

Me sonrojé. Me gustaba bastante y solo lo conocía de una noche y unos minutos. Esta tontería se estaba volviendo más importante de lo que parecía que iba a ser.
Miré por la ventana. Ni idea de dónde estábamos.

-Ya llegamos, tranquila.

No tenía prisa en realidad. Me sentía genial. Sin saber a dónde iba, sin presión. Con buena música y con un chico guapo. Quería parar el reloj para vivir ese momento más despacio, que durara más o que no pasara. Estaba feliz. Y sin pensar en Carlos y en mi pesadilla.

domingo, 20 de julio de 2014

4.

Daba vueltas, sudaba, daba más vueltas. Así una y otra vez a lo largo de toda la noche.

-Tía, tía despierta, ¿qué te pasa? Estás sudando... ¿Es una pesadilla?

Las manos de Noe me acariciaban el pelo. Ya estaba más tranquila. Y sí, era una pesadilla. La misma de siempre. Miré el reloj. Menos mal, las ocho y diez. Teníamos clase a las 9.
Me incorporé y vi que estaba tensa. Y la sensación de agobio y culpabilidad volvía a estar en mi interior.

-Buenos días. Me habías asustado un poco Marta. Me he despertado con la alarma del móvil y al mirarte te he visto super nerviosa y tensa. Tienes calor, ¿verdad? Te traigo agua.
-Estoy bien, no te preocupes. Es una pesadilla que tengo desde hace un tiempo. Pero no es nada, de verdad.
-¿Siempre la misma? No me habías contado eso.
-No me hace mucha gracia como para contarla. Tampoco le he dado tanta importancia.
-Ahora tengo curiosidad. - me espetó - Pero como quieras.

Noe salió de la habitación para saludar a sus compañeras. Me las presentó hace algunos meses. Eran simpáticas. De otro estilo pero simpáticas.
Volvió y encendió la radio. Estaba sonando 'Just Give Me A Reason' de P!nk.

''...Just give me a reason 
Just a little bit's enough 
Just a second we're not broken just bent 
And we can learn to love again... ''

And we can learn to love again... Andaaaaaa, Julio, Javi y Carlos. 

-Noeeeeee, necesito tu consuelo. Dime que ayer no la lié demasiado.
-Hombre por liar... Te liaste con alguno.
-Te conté lo de Javi entonces. Joder, osea me acuerdo pero no, por qué. Qué hago con mi vida - me quejé.

Miré el móvil. Cuatro conversaciones. Una era Carla dándonos los buenos días. Otra era mi madre por grabaciones de voz diciéndome que estaba enfadada y que esta tarde hablaríamos. Se preveía una buena pelea. Las otras dos eran, una Julio y otra Javi. Ambos me daban los buenos días. Lo estaba flipando. ¿Me conocían de una noche y ya se acordaban de mí al levantarse? Este pensamiento me sacó una sonrisa matutina. Les contesté lo más simpática posible a ambos y dándoles las gracias por lo bien que me lo había pasado.

-Vamos a llegar tarde - Escuché una voz desde la cocina. - ¿Quieres una manzana o un donut?
-Esta gorda prefiere un donut. - Contesté. 

Se escuchó una risa que provenía de otro cuarto.
Noe volvió a la habitación con una manzana y un donut, ambos en una servilleta. Me fijé en que ella ya estaba vestida. Eran las ocho y treinta y dos.

-Tú siempre tan sana, nena. Necesito que me prestes aunque sea una camiseta, no puedo ir así a clase. -Dije señalando la ropa de anoche.
-Mejor será. - se rió. - Ésta te pega, es de tu estilo.

Cogí los vaqueros ajustados y la camiseta. Era de color azul oscuro, algo ancha y cortita por la barriga. En el centro tenía dibujada una gran calavera en blanco. Qué decir, era totalmente de mi estilo y me encantaba.
Me peiné las ondas lo más rápido que pude y me eché rímel. Las nueve menos cuarto. Teníamos el tiempo justo para salir y llegar a la primera clase.
En el camino Noelia volvió a preguntarme por la pesadilla y decidí contársela.

-Verás, la tengo desde hace un tiempo y siempre es igual, a lo mejor varía un pequeño detalle, pero nada importante. Siempre estamos en una habitación con las paredes de un tono naranja pastel muy cálido. Bueno, cálido al principio luego...
-¿Estáis? ¿Quién? - me preguntó emocionada.
-Pues un hombre. Y también una mujer. Y un chico y yo. Déjame ir en orden.
-¿Qué chico...? - se puso chinchosa.

Y entonces mi mente se aclaró. Me paré en seco en mitad de la calle. Mi cara se descompuso. Palidecí de golpe. Mi pesadilla había cambiado. En concreto la cara del chico de mi pesadilla había cambiado. Ahora sí que lo conocía. Era totalmente... CARLOS.
ERA CARLOS. ¿Cómo iba a ser eso? Mi consciente me estaba gastando una broma pesada.

-Va...va... vale. Ahora sí que necesito contarte este sueño. - tartamudeé.

''Siempre estoy en una habitación con paredes naranja pastel que es muy cálida. Se supone que en la habitación no hay nadie pero al girarme está él.'' ''¿Él quién?'' ''Carlos tía, es Carlos. Te cuento. Cuando comencé a tener el sueño ese chico tenía cara pero no lo conocía de nada. De hecho estoy pensando que cada día cambiaba un poco, algún rasgo, pero siempre era el mismo chico. Y ayer cuando me choqué con Carlos en la fuente su cara me sonaba un montón pero no sabía de qué. ¡Era de mi sueño! No son iguales pero sí que se parecen. Y hoy... hoy el chico tenía su cara. Joder, que es Carlos.'' ''Tranquila que es un sueño Marta. La imaginación nos hace estas cosas. Además cuéntame el sueño ¿no? '' ''Total, que me giro y lo veo ahí de pie, mirándome fijamente. Y al principio esa mirada es dulce y cariñosa. Incluso protectora. Y luego... se oye un disparo.'' ''¡¿Un disparo?!'' ''Un disparo. Y la mirada de Carlos se vuelve fría, seria, distante. Me mira con odio. Con ganas de vengarse. Y entonces es cuando me miro la mano y veo un arma. Tengo una pistola en la mano, tía. Una pistola. Y debajo mía hay un hombre.'' ''Me estás empezando a asustar. ¿Has matado a alguien?'' ''No tiene gracia. En el sueño el hombre está muerto. Hay sangre en el suelo y yo tengo el arma. ¿Qué quieres que piense? ¿De qué me siento culpable realmente? ¿Lo he matado yo? Lo único que oigo es un disparo y un arma que aparece en mi mano. Y la mujer que te decía baja al oír los ruidos y empieza a llorar desconsolada al ver la escena. Y siempre me despierto al volver a mirar los ojos de aquel chico... El que ahora resulta ser Carlos.''

Me callo aquí. Le he contado todo el sueño a Noelia porque tenemos confianza pero lo que no le he contado son las sensaciones que me produce. Tampoco quiero hacerlo. ¿Cómo describir algo que te hace daño?

- Me has dicho que no le dabas importancia pero... No sé. Es como mínimo intrigante. De verdad que cuando te has despertado estabas muy agitada. - Y mientras me lo decía me regaló un abrazo en parte de consuelo, en parte de amistad y en parte para aclarar: 'Eh, que estoy aquí para lo que quieras.'

Y lo sé. Sé que va a estar para mí sin necesidad de que me lo recuerde pero aún así me callo y no le cuento todo lo demás. 
No le cuento el dolor que siento cuando me despierto tras mirar esos ojos llenos de odio hacia mí. No le cuento la pena que me transmite esa mujer arrodillada junto al hombre. No le cuento toda la culpabilidad que me produce oír el disparo e instantes después tener yo el arma en la mano. No le cuento la presión que me ejercen esas cuatro paredes de color naranja cálido al volverse frías y aprisionadoras. No le cuento que siempre quiero correr pero no sé a dónde. No le cuento el dolor de cabeza con el que me levanto, ni el mareo que me produce toda aquella sangre. No le cuento el recuerdo imborrable de aquella alfrombra manchada ni el sonido que producen mis sollozos ante tal escena. Todos esos sentimientos no se los cuento ni a ella, ni a nadie.

Y ahora he de incorporar una cara nueva. La de Carlos. Ese chaval que acaba de llegar, que ha entrado en mi vida y de qué manera. Siendo protagonista de una pesadilla que me atormenta y de una amistad que no pinta nada mal. Dos sentimientos distintos que me hacen estar totalmente descuadrada. ¿Cómo sobrellevaría eso? ¿Debía contarle de qué me sonaba su cara? ¿Y si él me dijo lo mismo sólo por entablar conversación? ¿Y si él tenía un sueño parecido? 
Me estaba rayando como nunca pero no era para menos.
Y así llegué a clase, inmersa en mis pensamientos, escuchando de vez en cuando lo que me decía Noelia pero sin prestarle demasiada atención y sobretodo pensando en él. En Carlos. Y en el giro que había tomado mi sueño con sólo un dato más.

miércoles, 9 de julio de 2014

3.

Llegué a casa media hora después. El autobús había tardado menos esta vez porque no se subió mucha gente e incluso pudo saltarse alguna parada.
Estaba cansada y eso que el día no había sido para nada ajetreado sin embargo, tenía ganas de quedar esta noche con Noelia. Hacía tiempo que no salíamos las dos solas y así podría contarme un poco mejor todo eso de Martín.
Yo no sabía más que lo que ella me había contado en algún intercambio y lo que había podido sonsacarle.
En ese aspecto es verdad que Noe era muy pero que muy discreta. Si tenía algo por ahí no nos enterábamos a no ser que nos lo contara.
En cambio, cuando a mí me gustaba alguien parecía que todos lo veían. Mi cara era totalmente transparente con respecto a mis opiniones. Si me gustaba alguien y me hablaba me ponía roja. Si me guiñaba alguien el ojo me ponía nerviosa. Si me caía alguien mal mi cara lo reflejaba. Si se metía conmigo el Bigotes... En fin. Y como además soy muy de payasadas me tiro el día haciendo muecas. En ese aspecto mi cara es el reflejo de mi alma y no podía ni puedo evitarlo.

-Mamá ya he llegado. - dije mientras tarareaba una canción de James Blunt.
-Te he dejado un poco de comida en la encimera de la cocina.
-¿¿¿Ya habéis comido???? Que no me gusta comer sola, jope. - protesté.
-Es que tu padre ha llegado antes y teníamos hambre. Por cierto esta tarde vamos a visitar a nuestros amigos de Algete. Te quedas sola, ¿vale?
-Síiiiiiiiiiii mamáaaaaa - solté poniendo mala cara.

Odiaba comer sola. Era de esas cosas que siempre me habían parecido tristes. Comer solo. Tan solo decirlo ya sonaba triste. De hecho, me daba muchísima pena esa gente que en la facultad tenía que comer sola. Alguna vez le dije a mis amigas, en broma claro, de sentarnos al lado de alguno y ver qué pasaba.
Acabé al rato de tomarme el pollo y el postre y me fui a mi cuarto. Encendí el ordenador y abrí varias ventanas. Una para facebook, otra para twitter y en otra Spotify. Era mi rutina diaria. No me gusta admitirlo pero, creo que no sabría qué hacer sin esas dos redes sociales y sin música. Haciendo que suene dramático...Me moriría. No sería capaz de estar sin escuchar a Guns N' Roses, The Fray, Lady Gaga, Pablo Alborán y todo esos artistas que hacían de mi gusto musical algo variado.

Ops, tenía una nueva solicitud de amistad en Facebook. Se me abrieron los ojos como platos y el corazón empezó a latirme más rápido. Carlos me estaba pidiendo que lo agregara. Por mi mente pasaron todas esas fotos que podría ver suyas cuando quisiera y en definitiva las mil maneras de cotillearle toda su vida. Acepté sin pensarlo dos veces. Luego caí en que él también podría ver las mías y me arrepentí de no pensar las cosas dos veces. Aún así merecía la pena totalmente.
Me estaba flipando demasiado con él y solo lo conocía de un maldito día. ¿Qué me estaba pasando?

Llegaron las diez de la noche sorprendentemente rápido. Me puse unos vaqueros largos ajustados, una camisa azul con la espalda de encaje y me maquillé un poco. Nunca lo hacía en exceso porque sería hipócrita con mi propia opinión. Cambiar tu cara por completo gracias al maquillaje me parecía una gilipollez, pero no por eso iba a ser menos coqueta.
No salíamos de fiesta así que pasé de los tacones y me puse unas sandalias nuevas que tenía.
Mis padres aún no habían llegado y se me olvidó decirles que iba a salir un poco esa noche así que decidí escribirles una nota para que no se preocuparan y que cogía el coche para poder volver luego.
No les gustaba dejarme el coche por las noches porque no querían que bebiera por cualquier motivo y luego condujera. Sabían que era responsable pero claro, se sentían mejor previniendo. Aún así, esa noche no estaban y por tanto, no había excusas.

Llegué al sitio en el que había quedado con Noe diez minutos antes por lo que me senté a esperarla. Menos mal que llegó puntual. Decidimos cambiar de bar de tapas e innovar un poco.
Acabamos entrando en un garito que por fuera no llamaba excesivamente la atención pero por dentro estaba bastante cuidado y renovado.Se llamaba El Nogaste, y en contra de todo pronóstico estaba bastante lleno. Tenía las paredes de color anaranjado y las luces generales eran cálidas pero sin ser muy luminosas, lo que le daba un toque más íntimo.
Un camarero muy atento y simpático nos consiguió una mesa para dos en poco tiempo. Nos sentaron entre una pareja empalagosa y un grupo de 4 chicos que nos estuvieron mirando desde el momento en que entramos.

-Qué incómodo. - me dijo Noe sonriendo - ¿Has visto cómo miran?
-Sí. A lo mejor les has gustado. Ah no, perdona, que ya tienes novio. - la piqué claramente.
-No es mi novio y lo sabes.
-Sinceramente no, no lo sé. - Me reí - Me lo vas a contar todo ya o qué.
-¿Qué les apetece de beber? - nos preguntó el camarero simpático.
-Coca-cola.
-Para mí otra, por favor. - coincidí.
-En un momento os la traigo.

Me sonrió. Sí que era un camarero simpático pero, ¿tanto? A lo mejor le había gustado, empecé a desvariar.

-Tía, hoy te has puesto muy guapa. ¿A quién vas a ver?
-A mi amigo el imaginario si te parece jajaja. Ey, no me desvíes del tema. Quiero saberlo tooodo. TO-DO.
-Está bien. ¿Por dónde empiezo? - intentó hacerse la interesante.

''Lo conocí en la piscina hará un par de semanas. Sabes que siempre voy allí los Martes y que nunca hay nadie. Pues ese día estaba él. Al principio pensé que era monitor por la forma que tenía al hablar con todos los demás y fui a preguntarle si podía escoger otro material con el que hacer mis ejercicios.'' ''Lo estoy viendo todo, si es que empieza ya como una historia bonita.''

Nos trajeron la bebida ya con las tapas y todo.
-Aquí tenéis las bebidas. Y una tapa especial para las chicas más guapas que han pisado esto hoy.
Estaba claro que era una forma de asegurarse clientes. Adiós sueño de camarero guapo.

 ''Total que la vergüenza que me dio, en serio. Imagínate. Al principio se rió de mí. Me dijo que sí y que cuál me traía. Yo no sabía cuales había y lo acompañé al armario del material. Y estando allí va y me dice que no tiene la llave. Yo me extrañé y me dice, es que no soy monitor. Solo soy alguien que ha venido a nadar un rato. Claro, mis colores subieron como la espuma. Y él empezó a reírse. Me dijo que se llamaba...'' ''Martín. Creo que es lo único que sé de él. A parte de que es más alto que tú y por lo que me acabas de contar, que es jodidamente perfecto.'' ''Tú exagera más Marta, no me hagas reír anda. Y ya pues lo veo todos los Martes en la piscina. La verdad es que es muy simpático y tiene tema de conversación para todo.'' ''¿Pero entonces estáis saliendo? ¿Váis en serio?'' ''No me quiero emocionar ni creerme cosas que no son pero creo que le gusto bastante.'' ''Chica no me hagas reír, eso lo veo hasta yo y no me sé la mitad de la historia.'' ''El Martes pasado, anteayer, me preguntó que si quería ir al cine con él este fin de semana. Es la primera vez que vamos a quedar fuera de la piscina. Y estoooooooy nerviosa. Mucho. Muy muy muy mucho.'' ''No lo estés, en serio. Te conozco solo de lo que llevamos de curso y te puedo asegurar que eres de las mejores personas que tengo en mi vida. Sólo con tu personalidad ya lo vas a enamorar. Si es que no lo está ya.''

Me dio un codazo y empezó a ponerse roja. Se lo había dicho totalmente en serio y porque además quería animarla. Se veía que le gustaba un montón y me alegraba por ella. Se la veía feliz. Supongo que era la ilusión de gustarle a alguien que a ti también te gusta. ¿Alguna vez sentiría eso?
Tras terminar la segunda ronda fuimos a pagar.

-Anda 1.50 cada bebida. Es súper barato.
-Claro, ahora entiendo el nombre del bar. El No-Gaste. Tiene gracia. - me reí.

Teníamos pensado ir a dar una vuelta por el centro. De noche pasear por Madrid era todo un placer. Había gente de todas las edades caminando sin prisas, las luces eran más bonitas y cálidas, y el fresco rozándote en la cara y removiéndote el pelo era todo un placer. Me encantaba Madrid de noche.
Pero antes de salir por la puerta alguien nos llamó. Me giré y vi a los chicos de la mesa de al lado haciendo gestos. No veía de lejos así que no le di importancia y salimos por la puerta. Uno de los chicos salió detrás nuestra.

-Eh, esperad por favor.
-¿Pasa algo? - se decidió Noe a preguntar.
-No, es que mis amigos y yo queríamos invitaros a tomar algo. ¿Os apetece o tenéis ya planes?
-Para nada. Osea que para nada tenemos planes, lo de apetecernos... - miré a Noe como preguntándole qué quería hacer. - Si nos invitáis de verdad... - le sonreí.
-Yo soy Javi, encantado - me tendió la mano. - Encantado. - se giró hacia Noe.

¿Qué había pasado con eso de presentarse con dos besos? Ahora un apretón de manos era suficiente para ellos.
Salieron sus amigos del bar riéndose a carcajada limpia mientras nos buscaban a los tres con la mirada.

-Coño, creíamos que no habías conseguido pararlas - se rieron.
-Muy graciosos, por favor. - He hizo un gesto señalándose a sí mismo. -Por cierto no me habéis dicho vuestros nombres. -Se dirigió a nosotras.
-Ah, perdona. Yo soy Noelia.
-Y yo Marta. Encantada.
-Yo soy Óscar.
-Yo Ricardo pero me podéis decir Ricky o Ric, lo que prefiráis.
-Y yo soy Julio.
-¿Entonces os venís con nosotros? Vamos en busca de un pub. - Nos preguntó Javi.
-Tampoco nos podemos quedar mucho rato. - dije - Mañana tenemos clase.
-¿Qué carrera estudiáis? Porque el curso se ve a leguas que sois de primerillo. - Nos chinchó Ric.
-¿A leguas? Estudiamos ingeniería química - se preocupó Noe.
-Te está tomando el pelo, es por lo de ''tenemos clase mañana''. Ya veréis como el año que viene pasáis de eso y salís igualmente. - le contesto Óscar.
-Así que tenemos aquí a dos ingenieras. Mira que monas. - Dijo Javi.
-¿Y vosotros que estudiáis? - se me ocurrió preguntar aún sin estar segura de querer saber la respuesta.
-Óscar y yo estamos en 3º de arquitectura. - me contestó Julio acercándose un poco. -Y Javi y Ric están en 2º de ingeniería electrónica.

Estuvimos caminando un rato hablando de todo, nos hacían preguntas y nosotros a ellos. Al principio me parecieron un poco creidillos, como me lo parecen todos,  pero luego me cayeron bastante bien. Sobretodo Javi y Julio. Me hacían reír con mucha facilidad.
Estuvimos un par de horas en un pub que empezó a llenarse conforme pasaban los minutos del reloj hasta tal punto de no caber un gato.
Los chicos nos invitaron a un par de copas y acabé pasándome lo de conducir por donde yo sé. La verdad, no sé qué me ocurrió pero estaba tan a gusto con ellos... Que me olvidé de todo. Hasta de la hora que era.
En mitad de la noche salió la canción de Hurt de Christina Aguilera pero pinchada y Julio me sacó a bailar.
Bueno bailar... qué serio suena. Vamos, que nos intercalamos entre la gente y nos pusimos a hacer el tonto un rato. Me invitó a otra copa. ''Una vez que empiezas no paras'' decía mi abuela. Al final iba a tener razón.
Total, que una cosa llevó a la otra y acabé liándome con él.
Me había liado con más chicos antes pero los solía conocer de algún tiempo, o de haber hablado con ellos antes y tal. Me sorprendí a mí misma y más aún a Noelia que, aún teniendo su puntillo, me miraba con cara de ''¿qué leches le pasa a ésta?''.
Volvamos a Julio. Esa noche me lié con él sí, pero ¿y lo bien que besaba? Era suave y sabía bien. Sus labios acariciaban los míos y yo sentía calor. Estaba borracha, de acuerdo, pero eso no quitaba que me gustara. Me acariciaba la cara y yo le cogía el pelo, tan suave entre mis dedos...

-Marta, salgamos fuera. - me dijo al oído con su voz grave.

En esas condiciones lo seguiría a donde me dijera. El alcohol me nublaba pensar y si a eso le añadías una gran atracción física obtenías un cóctel Mólotov imposible de parar.
Al parecer el aire fresco me despejó un poco. Y se me ocurrió mirar el reloj. Las 5am.

-¿Pero qué...?
-¿Ocurre algo? - me preguntó preocupado.
-Es tardísimo. Me van a matar. Nos van a matar. Tengo que ir a por Noe.
-Espera, voy yo y la traigo que tú estando así te pierdes por ahí dentro - me dijo picándome.

Entró por la puerta dejándome sola en la entrada. No sé si eso fue una buena idea. Seguía estando un poco borracha pero por lo menos ahora podía pensar. Me había liado con Julio. Julio. Julio. Julio y sus impresionantes ojos verdes. Julio. Julio. Julio y su boca. Julio. Julio. Julio y sus fuertes brazos. Julio. Julio. Su nombre se repetía en mi cabeza una y otra vez y mi barriga la estaban ocupando seres que me hacían sentir cosquillas.
En ese momento salió por la puerta Javi y se acercó a mí. Iba bastante borracho. Me saludó y se sentó a mi lado.

-Ey, ¿qué haces aquí sola?
-Esperando a que salgan Julio y Noelia. Nos vamos ya.
Se río un poco exagerado.
-¿Qué pasa? - pregunté yo extrañada.
-Te digo una cosa si no cuentas nada.
-De acuerdo.
-Me gustaste a mí antes que a Julio. De hecho fue mi idea la de hablarte. Y luego vas y te lías con él... Me he enfadado con él. Siempre él, siempre él.

Estaba borracho pero sus palabras eran totalmente sinceras. Javi también era muy guapo pero nadie sabe con quién se va a acabar enrollando. ¿O sí? ¿Tenía derecho a pelearse?

-Y yo te digo totalmente en serio que no te pelees jamás con tu amigo por una chica. Y menos por mí. ¿Tú me has visto? - le contesté señalándome.

Le hice reír. Y me besó. Y yo no lo aparté. Javi también besaba bien. Era distinto a Julio, mucho más ligero y fresco. Notaba cómo me subían los colores. Me aparté suavemente de él.
-Marta, ¿qué coño haces? Deja de besarte con la gente, ésta no eres tú. - pensé para mí misma.
-¿Me das tu número? - me dijo más contento.
-Por supuesto, trae que te lo apunte en el mvl.
-Eyyyyyyyyyyyy tía, dónde estabas. - Se acercó Noe.
-Aquí esperándote. - le contesté.

Detrás de ella salió Julio. Mis colores volvieron a subir. Miró a Javi receloso preguntándose qué haría allí y a pesar de eso le echó un brazo por encima de los hombros.

-Deberíamos irnos Noe, es tardísimo. ¿Me puedo quedar en tu casa? Porque he bebido y no pienso conducir.
-Sí, es hora de irnos. Está claro que así no vas a ningún lado así que, ¡qué prosiga la fiesta en mi casa!

Le apunté mi número también a Julio aunque el pensara que era el único y nos despedimos de todos rápidamente. Treinta minutos más tarde estábamos entrando sigilosamente en casa de Noe para no despertar a sus compañeras de piso.
Había sido una noche realmente movida. Salí de mi casa pensando que íbamos un rato de tapeo y acabé de fiesta y acostándome a las 6am. Menuda locura. Menos mal que mañana tenía clase a las 9 y no a las 7.
Empecé a darle vueltas a todo. Me había liado con Julio y me había besado con Javi, todo en la misma noche. Y encima eran amigos. Buenos amigos. Mi cabeza daba más vueltas que una noria.
Julio y Javi. Javi y Julio. Seguía sorprendida de mí misma y mi personalidad estaba un poco confusa en esos momentos. Bueno, mi personalidad y mi persona en general.
Julio. Javi. Julio. Javi. Carlos. ¿Carlos? ¿Por qué apareció de golpe en mi cabeza?

Julio. Javi. Carlos. Y pensando en tres chicos me quedé dormida.

viernes, 4 de julio de 2014

2.

Sí, era Carlos el de la puerta. Qué raro, ¿se cambiaba de facultad o de carrera cuando el curso ya había empezado?

-¿Se puede?- preguntó
-Sí chaval, pero no llegues más veces tarde. - contestó el Bigotes con tono serio.

Entró con la cabeza gacha y no sabia dónde sentarse así que le hice un pequeño gesto con la mano señalando el sitio que había detrás mía.

-Hola, eh... ¿Marta? - me saludó intentando recordar mi nombre.
-Hola. Ahora hablamos que esta no es la mejor clase - le contesté poniendo los ojos en blanco.
-Vaya, vaya. Así que estos dos personajes se conocen. - dijo el profe acercándose a nosotros.
-Ya estamos - susurré por lo bajo.

Seguro que ahora soltaba una de sus bromitas sin gracia que a él tanto le gustaban. Pero para mi sorpresa no dijo nada y empezó la lección.
Estaba siendo una clase aburrida aunque claro, todas lo eran para mí. Empecé a pensar en lo que iba a hacer esa tarde, qué película o qué serie iba a ver. Me decanté por HIMYM ya que era de mis favoritas.

-Marta, ¿qué es lo que acabo de explicar del electrón?
-¿Eh? Ah, mmm, no lo sé.
-Cómo no, siempre despistada. Clase, ¿en qué se parecen un electrón desviado del haz y Marta? En qué ninguno le sigue la corriente al resto.

Volvieron a saltar las risotadas de toda la clase. Se había vuelvo a burlar de mí y me estaba hartando demasiado. Algún día se las devolvería, segurísimo. Miré hacia Carla y Noelia. Ambas se estaban aguantando la risa.

-Podéis reíros, no pasa nada. Tampoco ha sido tan malo. Se lo está currando.

Miré hacia atrás y vi que Carlos también se reía. Me molestó un poco, la verdad. Y mi cara lo reflejó porque al verme dejó de hacerlo y se puso serio.
Al fin acabó la clase y pude salir de aquel infierno. Sabía que mis compañeros no se reían a mal, o eso esperaba. Aún así no había derecho a que el Bigotes me tratara de aquella forma. En ese momento decidí que no iba a volver a entrar a aquella maldita clase y lo aprovecharía de una forma mejor.
Salimos todos al pasillo a esperar la siguiente hora. Carlos se acercó a mí a pedirme perdón por haberse reído y aproveché para presentarle a mis amigas.

-¿Y cómo es que llegas de nuevas ahora? Quiero decir, ¿no era mejor esperar a que acabara el curso? - preguntó intrigada Carla.
-Bueno sí, eso dije yo pero claro, le habían ofrecido a mi madre un trabajo que no podía rechazar y además tenía que decidirse en muy pocos días. Y por eso estoy aquí. Por lo menos no he tardado mucho en conocer gente. - Y nos sonrió de una forma muy especial.
-¿Y desde dónde vienes? Porque el acento no es muy de por aquí.
-Soy Murciano. ¿Aquel culo del mundo que hay en una esquina de España? De allí.
-Eh, eh, ¡que yo también soy murciana! - le dije replicando. - Lo que pasa es que mi familia y yo nos mudamos a Madrid cuando yo era muuuuy pequeña. Tan pequeña que ni me acuerdo del tiempo que pasé allí.

Otra coincidencia. Los dos eramos murcianos y su cara me sonaba como si lo conociera de hace tiempo. ¿Qué estaba pasando? Tal vez fuera todo una casualidad pero yo no creía en ellas.
Me fijé un poco más en él y me di cuenta de lo guapo que era. Tenía un aire misterioso. Sus ojos eran marrones y muy penetrantes, pero a la vez de los más cálidos que había visto nunca. Su pelo castaño tenía un toque despeinado, fuera del look que se llevaba ahora con los lados rapados. Lo tenía más bien larguito y parecía suave. Y su boca... me parecía perfecta. Sonreía más con un lado de la cara y eso lo hacía más mono aún.
Estaba fijándome en su forma vestir cuando vi que un tatuaje se asomaba por su antebrazo. Era una especie de pluma en el interior de un triángulo.

-¿Te gusta? - me dijo enseñándomelo.

Mierda, me había pillado de lleno mirándole. Noté como me subían un poco los colores.

-Sí, la verdad es que está muy chulo. ¿Qué significa?
-Pues... La verdad es que es un dibujo que siempre he tenido en mente y no sé por qué. Pero me gustaba y pensé tatuármelo. A lo mejor un día recuerdo dónde lo vi.

Recordar. Ojalá recordara yo por qué su cara me era tan familiar.
El resto del día se pasó rápido en comparación con la primera clase. Me despedí de las chicas y quedé con Noelia para tomarnos algo por la noche ya que Carla no podía porque tenía cena familiar. Lo invité a venir.

-No puedo, estoy liado de mudanza y tal. Otro día tal vez.
-Bueno, entonces hasta mañana. Luego te veo Noe. - dije dándole un abrazo cariñoso.
-Por cierto, ¿sabéis dónde se coge el urbano 9? - nos preguntó Carlos antes de irse.
-Vente conmigo, es en mi misma parada. - sonreí.

Caminamos un rato en silencio sin mucho que decirnos. A pesar de eso, no fue un camino incómodo. Era un chico que me transmitía confianza. Y mira que yo siempre repelía a los chicos. La gran mayoría me parecían creídos y que no pensaban más que en sobresalir sobre el resto y hacerse los graciosillos. Seguro que éste era uno de los motivos por los que nunca había tenido un novio serio. Aún así, de lo poco que conocía a Carlos parecía distinto. Tal vez era por llegar de nuevas a la ciudad y luego sería como los demás. Recé porque ésto no se cumpliera y no cambiara con el paso de los días.

-Y bueno, ¿cuánto tiempo llevas en Madrid? - rompió el silencio.
-Unos catorce años o así. Toda la vida, vamos. Por eso no me acuerdo de mis cuatro años murcianos - dije intentando ser graciosa.
-Es normal. - se rió - Yo sí que no me acordaría, y menos con mi memoria de pez.
-¿Tu memoria de pez? Si pareces super inteligente.
-Tú lo pareces más.
-¿Ah sí? Que fallo más estrepitoso, ¿esa ha sido tu primera impresión de mí? ¿De la chica de la que se burlan los profesores? ¿De la chica a la que se le escapan las fotocopias al chocar con alguien? - le hice reír.
-Mi primera impresión de ti ha sido buena, te lo aseguro. - Me sonrió sacándome la lengua. - Además, me has resultado familiar y que yo sepa, no te conozco de nada ¿no?

Negué con la cabeza un poco más seria que antes. ¿Yo también le era familiar a él?
Llegamos a la parada justo a tiempo para que se pudiera subir en el urbano. Se despidió dándome un beso en la mejilla. Una vez dentro volvió a sonreírme, tan perfecto. Le devolví la sonrisa un poco embobada.

-Pero qué te pasa tonta, parece que no has visto sonreír a un chico nunca. - me dije mientras se alejaba el autobús.

En ese momento, justo en ese momento y aunque yo lo negara, ya estaba deseando volver a verle al día siguiente.